Historia

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En el origen de los asentamientos de la zona donde actualmente está Tejeda existen restos de la época de los romanos que nos dan indicios de que ya había poblamientos más o menos estables. Su nombre viene derivado del árbol del tejo, taxus en latín. Destaca en la comarca por sus variadas muestras de arquitectura religiosa, por la blancura de sus caseríos y por sus sabrosas perrunillas elaboradas en horno de leña.

El 28 de abril de 1656 Felipe IV vendió esta villa a la Condesa de la Roca y Vizcondesa de Sierra Brava, Doña Catalina Antonia de Vera y Tovar. Ésta, antes de morir, liberó a la localidad de todo señorío y vasallaje, gesto que está grabado en piedra en el Ayuntamiento de Tejeda. Leyenda: se dice que un toro pastaba en lo que hoy es la Dehesa de Paniagua, y solía alejarse diariamente de la vacada siguiendo siempre una misma y extraña dirección. Tal proceder acabaría llamando la atención del vaquero, quien se decidió a seguir los pasos del animal. Su sorpresa fue mayúscula cuando comprobó que el toro permanecía reclinado ante la talla de una Virgen, que la bestia había desenterrado al escarbar junto al tronco de un árbol.